El equilibrio de las cuentas públicas y la fuerte señal de compromiso con sostenerlo, son el pilar central del programa económico del gobierno de Javier Milei. En este contexto, y conociendo la historia del federalismo fiscal argentino y sus problemas recurrentes, repasamos cómo viene siendo el desempeño de las provincias. ¿Son una fortaleza o una debilidad?
En cuanto al gobierno nacional, los datos a octubre muestran una continuidad con los primeros tres trimestres de 2024 del superávit total, como se puede ver en el cuadro más abajo. Dada la alta inflación del último año, la comparación pertinente es en valores reales, es decir, actualizando los números de 2023 por la inflación entre enero y octubre del corriente con respecto al anterior período.
Se observa que los ingresos cayeron 7%, con comportamientos disímiles, donde los derechos de exportación y el Impuesto PAIS tuvieron un fuerte aumento, en un contexto de caída generalizada por la menor actividad del primer semestre.
Por su parte, los gastos primarios (es decir, sin incluir el pago de intereses de deuda) reflejan claramente el paso de la “motosierra”. En promedio, la caída fue del 28,1% -muy superior a la de los ingresos-, con algunos rubros mostrando bajas más acentuadas. En particular, el gasto de capital cayó casi 78%, y las transferencias corrientes a provincias disminuyeron 67,5%. Es importante destacar que las jubilaciones tuvieron una reducción menor al promedio del gasto, aunque dada su magnitud, el recorte impacta fuertemente en el resultado fiscal.
Por último, la Asignación Universal para la Protección Social -donde se incluye la histórica “Asignación Universal por Hijo”-, tuvo un aumento muy por encima de la inflación, reflejado en un crecimiento real del 31,3 por ciento.
El gobierno nacional se encamina a tener el primer superávit primario y financiero desde 2008
En resumen, el gobierno nacional se encamina a tener el primer superávit primario y financiero desde 2008. Demasiado tiempo con las cuentas públicas desordenadas tuvo consecuencias innegables y revertirlo es un compromiso que paga con creces -una lección que el Gobierno ha tomado nota-.
La historia fiscal argentina y la dinámica del federalismo enseñan que la sostenibilidad del sector público debe evaluarse de manera integral. Provincias saneadas, con un gobierno central con tensión fiscal implican que, tarde o temprano, los ajustes terminarán afectando a las administraciones subnacionales.
De igual forma, las correcciones en el Tesoro Nacional se vuelven poco sostenibles si el déficit aumenta aguas abajo. Por ello, resulta crucial analizar cómo es el desempeño de las provincias en el contexto del ajuste nacional, especialmente considerando los recortes en transferencias que han resentido sus ingresos.
En estos últimos años, las finanzas públicas provinciales siguieron un sendero mayormente caracterizado por el déficit financiero, aunque con leves superávits primarios. Las preocupaciones fiscales, recurrentes, por cierto, han tenido su origen en nación. Mientras tanto, las provincias han pasado a segundo plano (en parte, por haber conseguido cuantiosos recursos nacionales y aumentado su presión tributaria). Pero ¿cómo están ahora?
Al cierre de 2023 -coincidiendo con los cambios en gobiernos nacionales y provinciales- las gobernaciones en su conjunto generaron un déficit fiscal de 0,3% del PBI. Más aún, la Provincia de Buenos Aires registró un déficit de 0,33% del PBI nacional. Si se excluye este distrito, las otras 23 jurisdicciones arrojaban un superávit consolidado.
En resumen, al asumir Milei se encontró con un panorama fiscal provincial en una sintonía distinta a la de las arcas nacionales. Sólo Buenos Aires se presentaba como un problema. En el otro extremo, la Ciudad de Buenos Aires cerró con un superávit equivalente a 0,14% del PBI nacional.
Al asumir Milei se encontró con un panorama fiscal provincial en una sintonía distinta a la de las arcas nacionales
En 2024, sobre 24 jurisdicciones 21 mejoraron sus cuentas públicas, según reportes parciales de de las administraciones locales. El gráfico adjunto resume esta situación, mostrando, en el eje izquierdo el cambio en el resultado primario, expresado en porcentaje de ingresos de cada provincia; y en el eje derecho, el resultado fiscal de 2023 como porcentaje del PBI nacional.
Aunque los resultados en general son positivos, el diablo está en los detalles:
- Los números de las cinco provincias con mejor desempeño reflejan sólo el primer trimestre, lo que dificulta extraer conclusiones definitivas;
- Posiblemente la mejor noticia es la mejoría en Buenos Aires que, por su magnitud, tiene un potencial de daño al consolidado mayor. Sin embargo, este avance se sustenta en un fuerte deterioro del gasto de capital y en ingresos percibidos por adelantado -como el anticipo de Ingresos Brutos implementado en febrero- que probablemente reducirán la recaudación hacia fin de año;
- Preocupa también que el problema del ajuste del gasto de capital como válvula de escape excede a la gestión bonaerense. Sólo la Ciudad de Buenos Aires y Santa Fe parecen estar sosteniendo su nivel de inversión pública a niveles comparables a los de 2023, todas las demás, con datos de un semestre o poco más, muestran una fuerte caída en términos reales. En casos extremos, Chaco, Entre Ríos y Santa Cruz, el retroceso es incluso en valores nominales; y
- El gasto salarial merece una atención especial en un año electoral, dado constituye el principal componente del gasto subnacional. Sólo la Ciudad de Buenos Aires y Neuquén lograron mantener esa partida en términos reales respecto a 2023. En el resto, el monto se ajustó en términos reales. Santiago del Estero, con una mejora fiscal destacada, muestra una de las mayores reducciones, aunque con datos de solo un trimestre.
Si bien racionalizar la planta estatal es necesario para la consolidación fiscal, ajustes de esta magnitud parecen insostenibles sin una reforma integral del Estado.
La magnitud de la consolidación fiscal nacional es innegable, marcando un camino hacia el primer superávit fiscal en 16 años. Sin embargo, las lecciones de la historia fiscal argentina obligan a no perder de vista la situación de las provincias.
El equilibrio fiscal se ha logrado mediante un sustancial recorte de la inversión pública y ajustes salariales
Aunque los números provinciales muestran estabilidad, un análisis más detallado revela que el equilibrio fiscal se ha logrado mediante un sustancial recorte de la inversión pública y ajustes salariales. Sin reformas estructurales a nivel subnacional, el primero parece insostenible y el segundo, inviable en el largo plazo.
No se puede ignorar que la estabilidad fiscal provincial se ha sostenido, en parte, gracias a transferencias nacionales y una alta presión tributaria. Con la primera reducida drásticamente por el nuevo gobierno, revisar la segunda es una tarea pendiente en la agenda de crecimiento.
El autor es Economista Asociado de FIEL. Esta nota es un anticipo de Indicadores de Coyuntura N°670 que publica FIEL