Los rebeldes sirios intentan dejar atrás el radicalismo islámico y mostrarse como una opción de futuro frente Asad

Hubo un tiempo, hace justo una década, que Abu Mohammed al Jolani, líder de la milicia rebelde Hayat Tahrir al Sham (HTS), se coordinaba con su compañero Abu Bakr Al Bagdadi en sus acciones. Ambos hombres eran los líderes de sus respectivas filiales: Al Bagdadi en Irak y Al Jolani en Siria. Ambos eran miembros de Al Qaeda

Pero sus caminos, en 2014, se separaron: Al Bagdadi se escindió del grupo yihadista internacional para crear otro, más radical, más integrista. Fue Al Bagdadi quien creó el Estado Islámico (EI), que en su momento más álgido llegó a controlar tanto territorio entre Irak y Siria como tiene Bélgica

Al Jolani, por el contrario, tomó un camino distinto: encerrado en la región del noroeste sirio de Idleb, duramente atacada por el régimen de Bashar al Asad y sus aliados, Rusia e Irán, Al Jolani rompió con Al Qaeda en 2017 no para crear otro grupo más radical, sino para tomar la ruta inversa. 

Ese año, Al Jolani anunció la creación de la ahora conocida como HTS —antes se llamaba Frente Al Nusra—, y explicó que los años de yihadismo internacional habían terminado: HTS quería ser, a partir de entonces, una milicia rebelde siria más, y renunciaba, así, al terrorismo internacional

No solo fue un mensaje. Al Jolani empezó a aceptar visitas y entrevistas de periodistas occidentales —cuando antes, Al Nusra les secuestraba—, y quiso mostrarse al mundo vestido con camisas de botones ‘a la europea’, entrevistándose, también, con miembros de las minorías cristianas del noroeste sirio. 

Ahora, 2024, esta mutación ha llegado a su máximo punto. “Al Jolani ha abandonado sus ideas extremistas, y ha integrado a HTS como una fuerza más dentro de las milicias opositoras —explica Mohammed Otri, un miembro histórico de la oposición política a Al Asad y jefe de gabinete del antiguo primer ministro sirio, Reyad Hiyab—. Ahora reconoce a todas las gentes sirias, sus religiones, y respeta los derechos de las minorías. Y han efectivamente abandonado sus ideas radicales de un yihadismo global. Sus únicos objetivos ahora son dentro de la nación siria”.

La derrota total de Asad, que ha escapado de Damasco tras ver como sus fuerzas han colapsado en todo el país, como un gran test para el grupo exyihadista: del trato a la minoría cristiana de Siria se sabrá si el cambio vendido por HTS es real o no.

“Creo que todos, en la vida, vivimos etapas y experiencias; y que estas experiencias incrementan nuestra capacidad de entender nuestra existencia”, ha dicho esta semana Al Jolani en una entrevista a la ‘CNN’ estadounidense, en su primera comunicación internacional desde el inicio de la ofensiva rebelde: “Una persona, en sus 20, tendrá una personalidad distinta a alguien en sus 30, sus 40. Así que a veces es importante ajustarse a la realidad, porque alguien que se adhiere rígidamente a sus principios no puede liderar de forma efectiva una sociedad ni navegar un conflicto tan complejo como el de ahora en Siria”.

“Nadie tiene el derecho de eliminar ningún grupo social. Las distintas creencias religiosas han coexistido en Siria por cientos de años, y nadie tiene el derecho de eliminarlas. Debemos establecer un marco legal que proteja los derechos de todos, no un sistema que sirva tan solo a una sola secta, como ha hecho hasta ahora el régimen de Asad”, ha asegurado Al Jolani en su entrevista en la CNN, donde, sin embargo, ha asegurado que su grupo practica y desea un gobierno en el que impere la ‘sharía’: la ley islámica.

La punta de lanza

Así, HTS se ha convertido, con su liderazgo de la ofensiva que ha terminado con los 60 años de gobierno sirio de los Asad, en la milicia rebelde más poderosa de todos los grupos opositores sirios, a pesar de que, a diferencia de los demás, HTS no recibe ni apoyo directo ni financiación de Turquía. Ankara, sin embargo, sí se comunica y coordina con la milicia de Al Jolani, aunque oficialmente la reconozca como un “grupo terrorista”.

“El rol preciso de Turquía en su coordinación con HTS y las demás milicias rebeldes para llevar a cabo esta última ofensiva ha sido por ahora un tema de especulación”, explica el analista turco Ömer Özkizilcik, muy cercano a las fuerzas de seguridad turcas en el norte de Siria, que continúa:

“Sin embargo, hay algo claro: a pesar de que Turquía no haya estado involucrada directamente, dio luz verde al ataque, y lo hizo por sus propios intereses en Siria. Y como resultado [del éxito de esta ofensiva], Turquía se ha convertido ahora en el actor extranjero más importante dentro de Siria, y tendrá voz y voto en la toma de decisiones del futuro del país”, asegura Özkizilcik.

Todo, sin embargo, está en el aire. La derrota y espantada de Asad, que ha abandonado su puesto sin luchar después de haber incendiado su país durante los últimos 13 años de guerra civil, sumen a Siria en un mar de incertidumbres: soldados del régimen siguen controlando los territorios costaneros del país; y en la frontera con Irak, las milicias kurdosirias de las YPG —en conflicto contra Turquía y sus grupos aliados— ostentan la totalidad del territorio al este del rio Éufrates.

“HTS no es ningún fin en sí misma, sino la forma de acabar con el régimen de Asad. Cuando esto ocurra, HTS transicionará hacia las instituciones”, ha asegurado Al Jolani esta semana.

“HTS, [cuando la situación se estabilice], deberá entregar el poder a un gobierno civil”, considera Otri, que vive exiliado en Jordania: “Tenemos varias opciones para un gobierno de transición, y cuando las hostilidades hayan cesado del todo deberemos llegar a un acuerdo sobre un consejo civil y militar que lleve al país hacia las elecciones parlamentarias y presidenciales. Esto es lo que deseamos”.

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