Se sabe que las primeras cuatro horas tras la aparición de los primeros síntomas de un ACV son decisivas para el futuro del paciente, ya que la mayoría de los accidentes cerebrovasculares son de origen isquémico y existen drogas específicas -los llamados fibrinolíticos- que, administrados a tiempo, resultan clave para minimizar los efectos de las que es considerada una de las primeras causas de discapacidad. Como un plus, en este sentido, la ANMAT autorizó recientemente una versión avanzada de esa familia de drogas, llamada tenecteplasa, que facilita en tiempo y practicidad la forma de administración intravenosa tradicional.
Una cosa es tener que conectar al paciente transitando un ACV isquémico a una bomba de infusión intravenosa y, otra muy distinta, aplicarle una inyección (también intravenosa) con la medicación que posiblemente lo salvará de las secuelas típicas de estos cuadros, en un procedimiento que, con viento a favor, demorará de 5 a 10 segundos.
La tenecteplasa es un anticoagulante de la familia de los fibrinolíticos, drogas consideradas revolucionarias en la forma de tratar los accidentes cerebrovasculares de tipo isquémico (no hemorrágico), que representan entre 7 y 9 de cada 10 cuadros de ese tipo. Si bien la ANMAT había aprobado en 2009 otra versión de esta droga (para infarto de miocardio), el fármaco nunca prosperó y pasaron años hasta que se pudo lograr la medicación comentada en estas líneas, tenecteplasa, cuya administración promete ser más veloz y simple para el médico a cargo, con el mismo pronóstico auspicioso para el paciente, en comparación a los tratamientos usados hasta ahora.
La autorización de tenecteplasa es muy reciente y, de hecho, recién el 29 de noviembre, expertos del instituto FLENI (referente en neurología) administraron con éxito el nuevo fármaco por primera vez.
El foco en la forma de administración no es menor. Si había un lugar adonde innovar era ahí, no solo minimizando los tiempos sino también los materiales y la cantidad de personal requerido tradicionalmente en el abordaje de estos episodios, para los que en todo el mundo suelen usarse fibrinolíticos vía bomba de infusión.
En ese punto se enfocó Virginia Pujol Lereis, subjefa del Servicio de Neurología Vascular del FLENI, quien subrayó que “disponer de una nueva medicación segura y efectiva, y que además es de más fácil administración, ayuda a agilizar la instancia de abordaje hospitalario, lo que contribuye al cumplimiento de los tiempos recomendados para actuar y obtener mejores resultados”.
ACV: las redes que salvan vidas
Tomando en cuenta que el ACV es una de las principales causas de discapacidad, que en Argentina se producen 62.500 episodios por año y que existe un protocolo consensuado internacionalmente para tratar eficazmente a los pacientes pero cerca del 60% de los eventos no se agarra a tiempo, ningún médico pasa por alto que la medicación sola no alcanza.
En cambio, dado que el tiempo corre, es indispensable un elemento clave de ese protocolo: redes regionales de salud que harán las veces de “autopistas” por las que será posible administrar cualquier medicación en los tiempos estipulados, sean fibrinolíticos tradicionales o mismo tenecteplasa (innovación del laboratorio alemán Boehringer Ingelheim).
Esas vías rápidas son las que permitirán que un médico de guardia en una “salita” de un pueblo remoto realice una interconsulta con un neurólogo de su región, luego de sospechar la presencia de un ACV isquémico a partir de los síntomas tempranos típicos del paciente con. Ya con diagnóstico en mano, podrá apretar el acelerador, sea para él mismo administrar el fibrinolítico como para (de ser posible o necesario) derivar al paciente a un centro de salud de mayor complejidad.
Todo, dentro de esa pequeña ventana de -para ser exactos- 4 horas y media, el margen máximo antes de que el episodio cerebrovascular pueda generar consecuencias en el organismo que podrían ser muy difíciles de revertir.
En ese punto insistió Luciano Sposato, neurólogo argentino radicado en Canadá, que trabaja como profesor de Neurología y jefe del Programa de ACV del Departamento de Neurología del Centro de Ciencias para la Salud de la Western University.
Si bien acordó en la idea de que “la medicina ofrece cada vez mejores alternativas para minimizar el daño”, ninguna nueva droga alcanza por sí sola. El desafío para quienes gestionan los sistemas de salud es mucho mayor, concluyó: “Acá y en todo el mundo tenemos la responsabilidad de fortalecer cada eslabón para que el paciente pueda recibir a tiempo la mejor atención posible”.
Más allá de la salud de los pacientes, hay quienes subrayan un dato que en la Argentina actual debería importar: el rédito económico que podría obtenerse, si se tratan los cuadros de ACV entre las 3 y 4 horas desde los primeros síntomas.
Entre los tratamientos de rehabilitación, los honorarios de personas de cuidado y las licencias laborales relacionadas a las secuelas de ACV, se estima que la carga económica alcanza los 230 millones de dólares al año. Esto, solamente en Argentina.