Según una encuesta de FUNCAS, solo uno de cada cinco ciudadanos españoles de entre 18 a 75 años cree que 2024 ha sido un buen año para España en el terreno económico. Un año en el que la economía española crecerá por encima del tres por ciento, con tasas de ocupación laboral históricas.
La eterna distorsión entre la macro y la micro sigue siendo uno de los puntos fuertes del escenario social en España, un diferencial de realidades y percepciones que se va ensanchando día a día.
La verdad es que tras el rutilante neón del cuadro macroeconómico se encuentran razones de efecto puntual o limitado en el tiempo si no se aprovecha su potencial y coexisten con la debilidad de las más importantes. Así, partiendo del crecimiento de la población activa en los últimos años, más de cuatro millones de personas, el incremento del empleo público, el empuje de los fondos europeos, el sostén del turismo, y en menor medida del sector exterior, nos encontramos con una inversión lejos de su potencial, una baja productividad y una ausencia de reformas preocupante por el clima político lleno de muros, vallas y bordillos. Y, quizá, esto es lo que le llega a la ciudadanía, que cualquiera de sus problemas básicos y perentorios, no digamos sus expectativas, no tienen quien se los tome realmente en serio. O por falta de interés o de capacidad.
Suscríbete para seguir leyendo