Riverex Plate: por qué las vueltas a Núñez se transformaron en una constante

23/01/2025 07:00hs.

Los dirigentes, desde la primera gestión de Rodolfo D’Onofrio y hasta estos primeros días del último año de mandato de Jorge Brito, lo titulan Filosofía River. Dentro del plantel se le dice, a secas, familia. Muchos otros eligen el término sentido de pertenencia. Son distintas construcciones para rotular al círculo virtuoso que, en parte, explica por qué en todo este tiempo decenas de futbolistas que triunfaron en el club vuelven a ponerse la Banda. En parte, claro, porque River tiene primero una estructura económica para sostener regresos de jugadores de elite y después, a Marcelo Gallardo, poco menos que un padre para todos ellos, un padre al que es muy difícil decirle que no.

La política de mercado no es nueva sino que tiene vigencia desde los primeros tiempos de este ciclo político que comenzó en diciembre de 2013, pero en el último tramo fue depurándose: los casos de Montiel, Martínez Quarta y Driussi, con retornos a los 28 años, en plenitud competitiva y hasta -el lateral y el central- con actualidad de Selección, son contraculturales ya no sólo para River sino para el fútbol argentino. Y abren una nueva era dentro de la categoría regresos para el CARP, que en estos tres períodos del oficialismo ya lleva 22 contrataciones de futbolistas que habían pasado por Núñez.

“El llamado de Marcelo definió todo”, le explicó a Olé durante la pretemporada MQ. Lo mismo pasó con Montiel, con Driussi y por supuesto con un Enzo Pérez que completa el póker de reingresos de verano en un estrato distinto: la vuelta del capitán, mucho más sencilla en términos de negociación, fue poco menos que una corrección histórica de parte de Gallardo, una reparación para aquella salida abrupta y fuera de contexto del mendocino por su irreconciliable relación de vestuario con Demichelis. En todos los casos, el entrenador fue decisivo por un cóctel que no falla: la espalda interna que tiene el CEO-deté dentro de la estructura, el agradecimiento que sienten los que crecieron de su mano en el glorioso primer ciclo y el aura y el poder de convencimiento del Muñeco para hacer que las cosas sucedan. Lo puede certificar también Germán Pezzella, que en agosto se había resignado a no cumplir su deseo post Copa América hasta que la comunicación con el técnico destrabó su pase desde el Betis.

Cuatro de los siete nuevos refuerzos tendrán su segundo ciclo en el club (Reuters).

Tampoco es menor el seguimiento especial que tiene el club con los ex una vez que ponen un pie Europa: con tratamiento de embajadores, hay una sobrevida fuera de River para que los jugadores con proyección de retorno a mediano o largo plazo sientan al CARP cerca, con invitaciones al palco de honor cada vez que pasan por Argentina, emisarios que viajan para charlar con ellos, gestos que a la distancia se valoran como carnets de socios para los hijos que van llegando o los últimos modelos de camiseta con sus nombres en la espalda. Todo suma para que ese concepto de “familia” cobre sentido aún a miles de kilómetros, y es una modalidad que también aplica para otros clase A que aún sin haber jugado en River han hecho conocer sus simpatías, como Nicolás Otamendi, Nicolás González, Emiliano Buendía y más.

Entonces el círculo virtuoso se completa. Al punto de que muchas veces son los propios futbolistas los que intervienen para convencer a ex compañeros para pegar la vuelta: así como Pezzella le metió fichas a Acuña hace unos meses, ahora Martínez Quarta y el mismo Huevo hicieron lo propio con Montiel, y la lista puede seguir hacia adelante. De fondo, siempre, está el sentimiento, el escudo. Por eso durante el paso de Micho la política de compras no se interrumpió, con regresos de nombres como Kranevitter, Funes Mori, Nacho Fernández o el Pity Martínez, en algunos casos en una tendencia a la baja en términos competitivos y/o físicos, y Manu Lanzini, tal vez el que más expectativas generó por edad (30) y vigencia de Premier League y el que, por ese motivo, de momento más desilusionó contrastando sus prestaciones del último año y medio.

La de Lanzini, una de las vueltas que más expectativas generó en el Mundo River (Prensa River).

Claro, la premisa de repatriar jugadores tiene sentido agregado o un handicap desde un punto de vista de espaldas y aceptación del público y también de adaptación al mundo River y -ahora- a la idea y exigencia de Gallardo, pero en paralelo los casos de éxito son de momento menos que los esperables: Pezzella mostró su jerarquía el semestre pasado más allá de la fea noche en Belo Horizonte; el Pity, chispazos de distinción promisorios hacia el final de un 2024 que lo tuvo afuera por otra rotura de ligamentos; Juanfer iluminó por momentos a un equipo apagado en 2022; y Andrés D’Alessandro, aún con los últimos cartuchos de su carrera, redondeó un buen paso en 2016. Después, ni apellidos rutilantes como Aimar, Saviola y Lucho González en el inicio del ciclo MG ni vueltas con menos cartel o actualidad como las de Maidana, González Pirez, Ariel Rojas, Mammana, Nico Domingo o Lux fueron del todo fructíferas desde lo deportivo.

Todavía no se replica en este período el proverbio del héroe que vuelve a casa para irse con la corona de rey como ocurrió en el último ciclo del Beto Alonso, con la reaparición de Enzo Francescoli o incluso con la de Fernando Cavenaghi, casualmente el primero en llegar con D’Onofrio de presidente y con la venia de Ramón Díaz en el banco.

Cavenaghi volvió al club y se consagró campeón de la Copa Libertadores.

En todo caso, los regresos de esta nueva fase, disruptivos en términos de mercado en la era moderna, tienen el crédito abierto para torcer la tendencia y darle aún más robustez a una fórmula, la de Riverex Plate, que promete sumar nuevos capítulos en los próximos libros de pases

El uno por uno de los que volvieron a River en el ciclo D’Onofrio-Brito