Es muy posible que el oro del anillo que llevas en el dedo o de la cadena que cuelga de tu cuello estén relacionados con la destrucción de la selva amazónica peruana. Un grupo de científicos ha analizado el impacto de la minería de oro en el sur de la Amazonía peruana y ha descubierto que esta actividad está causando un aumento masivo en la destrucción de turberas (zonas pantanosas) en los últimos años.
Alrededor del 70% de la producción artesanal de oro de Perú se concentra en la región de Madre de Dios, donde los sedimentos que bordean los ríos son ricos en este metal precioso. Se estima que esta es la principal fuente de empleo para hasta 30.000 personas, una cifra que ha aumentado significativamente debido a la crisis económica que aún persiste tras la crisis financiera de 2008.
Gran parte de esta actividad minera de oro es ilegal y se considera un factor clave en la deforestación de la región. La nueva investigación ha desvelado otra forma en que esta industria daña el medio ambiente: la destrucción de las turberas amazónicas.
Las decisivas turberas
Las turberas son ecosistemas pantanosos y anegados, compuestos por material vegetal en descomposición que actúa como enormes depósitos de carbono. Almacenan carbono con mucha mayor densidad que los árboles forestales, secuestrando siete veces la cantidad de carbono presente en los árboles de esta región.
Vista aérea de la deforestación de zonas de turbera junto a un río / IOP
Sin embargo, vastas extensiones de este terreno pantanoso están siendo desecadas y arrasadas por los mineros de oro, liberando cantidades alarmantes de carbono a la atmósfera y contribuyendo así al cambio climático, según el estudio elaborado por el Instituto Tecnológico de Karlsruhe (Alemania).
Las turberas están siendo desecadas y arrasadas por los mineros de oro, liberando cantidades alarmantes de carbono a la atmósfera y contribuyendo así al cambio climático
Al analizar más de 35 años de datos satelitales del programa Landsat de la NASA, los investigadores descubrieron que se han perdido más de 550 hectáreas de turberas, liberando entre 0,2 y 0,7 millones de toneladas de carbono a la atmósfera. Resulta alarmante que más de la mitad de esta destrucción se haya producido tan solo en los últimos dos años.
Crecimiento exponencial del problema
Actualmente, solo el 9% de la actividad minera de la región se realiza en turberas, pero se prevé que esta cifra aumente en la próxima década. Si las tendencias actuales continúan, se prevé que la minería de turberas represente el 25 % de la minería total para 2027.
Los investigadores argumentan que esto podría provocar la liberación de hasta 14,5 millones de toneladas de carbono, lo que equivale a las emisiones anuales de millones de automóviles.
Si la tendencia actual continúa, se prevé que la minería de turberas represente el 25% de la minería total para 2027
«La minería se está extendiendo rápidamente a estas zonas frágiles, porque ahora es más fácil llegar a estos lugares remotos y simplemente no hay suficientes fuerzas del orden para proteger la zona. Si no frenamos la destrucción, el daño a las turberas de la Amazonia podría ser permanente, con graves impactos ambientales, sociales y económicos en el futuro», declaró John Householder, autor del estudio del Instituto Tecnológico de Karlsruhe (Alemania).
Imagen de una turbera en la Amazonía peruana / WCS
«Existen muchos otros sitios donde se sospecha la presencia de cantidades considerables de turba, pero los datos de campo para comprobar estas sospechas simplemente no están disponibles. Lo que nuestro estudio demuestra es que, incluso dentro de una generación humana, es muy posible que grandes depósitos de turba desaparezcan del paisaje antes de que la ciencia haya tenido la oportunidad de describirlos. Para aquellos depósitos de turba ya conocidos, estos hallazgos de investigación son una llamada de atención para protegerlos”, añadió Householder.
Es casi imposible determinar cuánto oro extraído de las turberas de la Amazonía peruana ingresa a la cadena de suministro global, ya que es prácticamente imposible seguir el rastro a este material. Extraído por pequeños grupos no regulados que trabajan sin permisos, el mineral cambia de manos rápidamente, pasando por comerciantes locales, centros regionales e intermediarios antes de llegar a los compradores mayoristas. Una vez en el sistema, llega a las plantas de procesamiento, donde se funde, se mezcla con otro oro y se moldea en lingotes, borrando cualquier rastro de su origen antes de su envío a los mercados mundiales.
Perú se encuentra entre los principales productores de oro del mundo; sin embargo, una parte significativa de su oro se extrae ilegalmente. Dada esta realidad, es casi seguro que una parte sustancial, aunque inconmensurable, del oro en circulación hoy en día estuvo oculta bajo las antiguas turberas de Madre de Dios.