El microcentro de la ciudad de Córdoba muestra los efectos de algunos hechos que han resentido, al menos, dos servicios indispensables: la higiene y el alumbrado público. Desde la Municipalidad, esgrimen el argumento de que las lluvias que cayeron en los últimos días afectaron cableados que alimentan la red lumínica. Y que en el caso de la basura acumulada mucho tienen que ver los vecinos que viven en la zona y los comercios que sacan los residuos fuera del horario de recolección, que se opera dos veces por día.
Los argumentos oficiales pueden ser sólidos, pero aun así es poco saludable que el área de mayor atracción del turismo urbano nos devuelva postales ciertas de desatención. Allí se erigen como legado paseos, monumentos y edificios históricos que se multiplican, como la plaza San Martín, la iglesia Catedral, el Cabildo y la llamada “Manzana Jesuítica”.
Los problemas se agravan porque nunca faltan el vandalismo y el pillaje que se dedica a rapiñar cables del alumbrado, lo cual, además, pone en foco los controles laxos en la misión de salvaguardar el patrimonio público.
Lo cierto y concreto es que, con lluvia o con sol pleno, las bolsas de residuos urbanos se acumulan en arterias peatonales integradas al área central de la ciudad. Situaciones que se potencian durante los fines de semana largos, en función de los francos para los recolectores.
Como dimos cuenta días atrás, luego de una recorrida por las zonas afectadas, el área peatonal del Centro de la ciudad deja una sensación distante del polo turístico que se jacta de ser y que se promociona, sobre todo, en fechas especiales como las de Semana Santa, que este año se celebrará entre el 13 y el 20 de abril.
Hay tiempo para las remediaciones, sobre todo las toneladas de basura que se van amontonando por falencias propias del municipio y por la nada novedosa irresponsabilidad humana.
En alusión a las averías de la infraestructura eléctrica (ya no sólo en el casco chico de la ciudad), habrá que estar prevenidos para no acrecentar los riesgos de inseguridad a los que se expone la gente.
Es oportuno agregar al respecto que barriadas populosas alejadas del área central también enfrentan los problemas de falta de alumbrado, lo que ha merecido las protestas ciudadanas en zonas virtualmente copadas por el delito.
Además, como relata el informe periodístico, no sólo se trata de basura en contenedores desbordados y de luces apagadas. Se observaron pérgolas en mal estado, lajas del piso que ameritan un cambio o mantenimiento, y hasta el incremento de deposiciones de palomas cuyo hábitat es el Centro.
Es de buena gestión que el municipio haya trazado un amplio programa de solución de estos inconvenientes, aunque los frutos se verán en el tiempo, cuando se cumpla con la oportuna recolección de la basura y los cableados alimenten las luminarias, pese a los malhechores que acechan de manera constante.