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Cómo debe ser una ducha diaria saludable. La duración justa, la temperatura ideal, el secado correcto y los productos que ayudan a proteger la piel y el pelo.
26 de junio de 2025, 13:11
Ducharse puede parecer un acto cotidiano sin mayor misterio, pero la forma en que lo hacemos impacta directamente en la salud de la piel, el cabello y hasta en nuestro bienestar general.
Una ducha bien hecha no sólo limpia: también puede ayudar a relajarse, mejorar el estado de ánimo y prevenir afecciones dermatológicas.
La doctora Luisa Martos, dermatóloga del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario de la Princesa de Madrid, detalla los errores más comunes y las mejores prácticas para convertir la ducha diaria en un ritual saludable. “La frecuencia, la temperatura del agua, la duración, el tipo de productos que usamos y el secado posterior son aspectos fundamentales”, advierte.
No hay una frecuencia única ideal. Todo depende de factores como el tipo de piel, el nivel de actividad física o el clima.
Las personas con piel grasa, que sudan mucho o que hacen ejercicio regularmente pueden beneficiarse de una ducha diaria.
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En cambio, quienes tienen piel seca o sensible deben evitar el exceso, ya que el agua y el jabón pueden eliminar los aceites naturales de la piel.
La duración ideal de una ducha es de entre 5 y 10 minutos. Excederse puede alterar la barrera cutánea, provocar sequedad y hasta afectar la circulación sanguínea. En cuanto a la temperatura, el equilibrio está en usar agua tibia y terminar con unos segundos de agua fría para estimular la circulación.
“El agua muy caliente relaja, pero daña la piel. Y la fría tonifica, aunque puede ser incómoda. Por eso recomiendo una combinación de ambas”, señala Martos.
Duchas prolongadas con agua caliente y productos agresivos pueden provocar:
- Deshidratación de la piel: pierde sus aceites naturales.
- Debilitamiento de la barrera cutánea: aumenta el riesgo de infecciones.
- Irritación: sobre todo si se usan jabones con fragancias o alcohol.
Al salir de la ducha, el secado correcto es clave para no dañar la piel ni el cabello. Lo ideal es:
- Secar el cuerpo con toques suaves, sin frotar.
- Usar toallas de microfibra o de algodón para el cabello.
- Evitar el uso excesivo de secador, y si se usa, hacerlo con protector térmico y aire frío.
Aplicar una crema hidratante tras la ducha ayuda a mantener la piel suave, elástica y protegida. Mejora su barrera natural y previene problemas como eczema, psoriasis y sequedad crónica.
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Algunos ingredientes recomendados: ácido hialurónico, vitamina E, ceramidas y urea.
Masajear suavemente el cuero cabelludo mejora la circulación y favorece el crecimiento del cabello. Además, la ducha puede ser un momento de autocuidado: cerrar los ojos, respirar profundo y disfrutar del agua también es salud.
En definitiva, la ducha perfecta no es sólo cuestión de higiene, sino de equilibrio.