Justin Bieber
‘Swag’
ILH-Universal
Pop-r’n’b
***
Por sorpresa, como transmitiendo un mensaje de ir a su bola, ajeno a la pompa promocional (y causando así una avalancha de titulares asombrados), lanzó Justin Bieber este viernes su nuevo álbum, cuatro años y cuatro meses después de ‘Justice’. Es el lapso más largo de su currículo editorial. En ‘Swag’ (estilo, rollo, ‘flow’), el canadiense se sitúa muy lejos del niño cantor que se dio a conocer en 2010: ha cumplido 31 y luce su estampa de esposo y padre en un álbum de texturas r’n’b, clima recogido y letras sensuales con las que parece celebrar su actual modo de vida.
Atrás parecen quedar los percances sanitarios (aquel síndrome de Ramsay Hunt que atacó a su oído y sus nervios faciales, y que derivó en las suspensiones de 2023 en Barcelona y Madrid) y sus episodios de inseguridad emocional. Se abre paso, en la primera canción, ‘All I can take’, esa intención de hacer borrón y cuenta nueva (“nena, podemos dejarlo todo atrás”) a través del carril del deleite carnal: “Los buenos momentos te harán gemir”, canta, bravucón él, sobre una dinámica melódica envolvente, que conduce a un agradable pop-soul con digitaciones de guitarra en ‘Daisies’. Es un arranque que augura ciertos relieves, si bien en adelante, el cancionero (veinte temas más el préstamo final) deriva en trayectos algo monótonos en piezas como ‘Butterfiles’ o ‘Way it is’.
Sábanas pegajosas
La estela de Michael Jackson se dibuja aquí y allá, en la complexión de ese pop negro y en la propia entonación de Bieber: de ‘First place’ a ‘Sweet spot’. Esta última es una de las mejores, dueto con la rapera Sexyy Red enredado en imágenes de sexualidad poco metafórica: “Me gusta que las sábanas estén pegajosas”. Destaca la comedura de tarro de ‘Walking away’, regada por dudas y reproches de ida y vuelta en su relación de pareja. Hay aceptables retales del blues y góspel en ‘Devotion’, y una intimidad ajena a la superproducción, casi de maqueta doméstica, en ‘Zuma house’.
Bieber ha concebido ‘Swag’ como un manifiesto vital, en línea con el tremendo cliché de “su álbum más personal”. Pero la parte lírica, sustento del asunto, chirría en ocasiones: esos eslóganes naíf de ‘Dadz love’, tema inspirado en su paternidad (“En todo el mundo, menos separación, / menos odio, más unidad, más amor”) y los diálogos con el actor Druski, donde este le piropea: “Tu piel es blanca, pero tu alma es negra, Justin, te lo prometo, tío” (y él le responde con un satisfecho “gracias”). En ‘Therapy lesson’, Bieber le habla de sus “luchas personales”.
Y coronando el álbum, zas, un cántico religioso, ‘Forgiveness’, de Rick Founds, reconocido autor de música cristiana, en la voz del pastor Marvin Winans. Justin Bieber, clamando por el perdón divino. Tal vez como fase previa y expiatoria del que, según parece, será un próximo paso, un disco más pop y reconocible. J. B.
‘Moisturizer’ de Wet Leg
Wet Leg en una imagen reciente. / IRIS LUZ
‘Moisturizer’
Wet Leg
Domino Recording
Rock
★★★★
El dúo que parecía una broma consolida su pos-punk ácido-costumbrista ampliando el encuadre, de la trama ‘funky’ con guitarras disonantes al muro de sonido ‘shoegazer’ y la balada con flauta céltica. Más allá de su visible caudal de influencias ‘indie’-rock, hay personalidad en ese canto hablado y en el cruce de la complexión abrupta y el estribillo con pegada, como en ‘U and me at home’. Y se nota un rodaje de banda, afinado por Dan Carey (Fontaines D. C., Black Midi). J. B.
‘How long can it last’, de Jeanines
El grupo de Brooklyn Jeanines. / EPC
‘How long can it last’
Jeanines
Skep Wax / Slumberland
Indie pop
★★★★
13 canciones en 22 minutos. El grupo de Brooklyn (ahora trío con el añadido de la bajista Maggie Gaster) imparte en su tercer elepé una clase de concisión pop y enriquece su fórmula original de jangle saltarín de inspiración ochentera con sutiles arreglos y armonías que remiten al folk-pop de los 60 (en la voz de Alice Jeanine se cuelan ecos de Margo Guryan y Vashti Bunyan). De la delicadeza de ‘One art’ al arrebato de ‘On and on’, un viaje corto pero lleno de recompensas. Rafael Tapounet
‘Sincretisme’, de Alba Pujals
La cantante Alba Pujals. / EPC
‘Sincretisme’
Alba Pujals
(The Changes)
jazz
***
“¿Quién me dijo que el perdón traía la libertad? No, basta ya, soy feliz sin perdonar”, canta Alba Pujals en la canción más redonda de su segundo disco, y acto seguido lo remata con un solo de trombón conciso y categórico, como los buenos salseros. Aunque lo que luego viene no es salsa, sino jazz con punch, canciones intimistas, ritmos latinos y un homenaje a Maria del Mar Bonet. El “Sincretisme” de Alba Pujals es esto: construir la propia voz tomando de aquí y de allá. Un paso adelante firme y con buenos hallazgos. Roger Roca
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