Durante la solemne misa celebrada este sábado con motivo de la reapertura de la ermita Madre de Dios de la Virgen del Campo Coronada, el hermano mayor, Francisco Hita Borrego, ha pronunciado un sentido discurso de acción de gracias en nombre de toda la Cofradía y del pueblo de Cañete de las Torres. Unas palabras que, como él mismo expresó, «nacen del corazón» y representan el sentir de una junta de gobierno que ha trabajado incansablemente durante más de una década y de un pueblo que ha soñado con este día. El acto ha contado con la presencia del obispo de Córdoba, Jesús Fernández, y del obispo emérito, Demetrio Fernández, quien ha firmado en su día el decreto de coronación canónica y pontificia de la Virgen. También han asistido el presidente de la Diputación de Córdoba, Salvador Fuentes, y el alcalde de la localidad, Félix Romero. Ambos destacaron el esfuerzo «unánime» de los cañeteros para «salvar un edificio emblemático».
El hermano mayor ha agradecido uno a uno a los profesionales, empresas e instituciones que han hecho posible esta obra monumental, destacando la colaboración técnica de arquitectos, ingenieros, carpinteros, albañiles, marmolistas, pintores y forjadores, y el esfuerzo económico de entidades como UniEléctrica, Leo Prodex, la Cooperativa Olivarera Virgen del Campo y el propio Ayuntamiento.
Foto de familia de autoridades eclesiásticas y políticas tras la reapertura. / CASAVI
Ha tenido también un recuerdo especial para la Rondalla y Coro que ha interpretado los cantos de la misa compuestos por Nicolás Crespo, sacerdote e hijo predilecto del pueblo, así como para todas las personas que, de forma anónima, han contribuido a preparar hasta el último detalle del templo.
En el transcurso del discurso se ha evocado un hallazgo reciente: una inscripción de madera con la frase «Reedificada por el pueblo 1925», que apareció en el arco del presbiterio durante las obras, y que ha inspirado el azulejo conmemorativo que hoy corona la fachada.
El momento más emotivo ha llegado al final, cuando el hermano mayor, Francisco Hita, ha reconocido el sacrificio vivido durante los nueve intensos meses de obra: «he vivido cada rincón, cada avance, cada milagro silencioso». Y ha concluido su intervención con un profundo agradecimiento a su familia, a su Junta, al pueblo y, sobre todo, «a Ella: la Reina Divina, que hoy pide quedarse para siempre».
La ermita de la Virgen del Campo vuelve así a abrir sus puertas en un año cargado de simbolismo, al cumplirse el 15 aniversario de su coronación y una década de su participación en la Magna de Córdoba. Un día que ya queda grabado en la historia de Cañete.