Desde la Redacción de El Diario de Carlos Paz
Informe de Edgardo Tántera y Aldo Parfeniuk
De 47 alumnas y dos máquinas de coser a un faro educativo para la región. La increíble historia del Instituto Remedios de Escalada de San Martín (IRESM), una institución forjada a base de vocación, esfuerzo comunitario y un espíritu nómade que nunca se rindió.
Pocos de los que caminaban por el centro de la Villa en el invierno de 1961 podrían haber imaginado que, en las aulas de la escuela Carlos N. Paz y al caer la tarde, se estaba gestando uno de los proyectos educativos más importantes de la historia de la ciudad. El 24 de julio de ese año, con el impulso de la Municipalidad y la visión de una maestra, Adelina Alegre de Duret, nacía la Escuela Profesional «Remedios de Escalada de San Martín». Era el germen del hoy imponente IRESM.
Aquel comienzo fue pura mística y voluntad. Con 47 alumnas y un puñado de profesores cuyos nombramientos fueron simplemente «verbales», la institución dio sus primeros pasos. La propia Adelina de Duret, su flamante directora, dio el discurso inaugural por pedido del Comisionado Municipal, el profesor Aldo Capello, quien también se arremangó y dictó clases de Historia y Humanidades.
El equipo pionero lo completaban Matilde de Albinotti en Artes Decorativas, Marta Serrano de Serrano en Bordado y Lencería, Delia Borgarello de Mirgone en Corte y Confección, y otras valientes docentes que enseñaban desde inglés hasta dactilografía en un horario de 17:30 a 20:30, una vez que los alumnos de la primaria dejaban el edificio.
La fuerza de la comunidad: cooperadora y solidaridad docente
Los recursos eran tan escasos que la realidad golpeó pronto. ¿Cómo avanzar sin materiales? La respuesta, tan carlospacense, fue la unión. Adelina de Duret convocó a los padres y el 3 de septiembre se formó la primera Comisión Cooperadora. Con Elvira de Santa Cruz a la cabeza, este grupo de madres y padres se lanzó con un entusiasmo admirable a reunir fondos para lo esencial. El patrimonio inicial era modesto: dos máquinas de coser y dos de escribir, donadas por el municipio. Gracias a su esfuerzo, en diciembre de ese mismo año, la escuela tuvo su primera Bandera de Ceremonias, un símbolo de identidad y pertenencia.
Pero la solidaridad más conmovedora quizás fue la de sus propios maestros. Durante años, trabajaron sin cobrar un sueldo, ya que la escuela no tenía reconocimiento nacional. No solo eso: aportaban dinero de sus bolsillos para materiales. Cuando en 1965 finalmente llegaron los aportes estatales, decidieron donar un porcentaje de su salario para que la institución siguiera creciendo, creando un «Fondo de Profesores» que en 1999 se convertiría en la Asociación Civil Solidaridad. Un gesto que define el alma de este colegio.
Una historia nómade: los múltiples hogares del IRESM
Crecer implicó moverse. La historia del IRESM es también la de una institución peregrina que buscó incansablemente su lugar en el mundo. Tras su inicio en la escuela Carlos N. Paz, comenzó un periplo por la ciudad:
Una casona ya desaparecida en 9 de Julio 450 (1962-1963). El ex Hotel Yolanda, en la emblemática esquina de San Martín y 9 de Julio (1964). El Residencial «Don Emilio», frente al actual Banco de Córdoba (1965-1967). Una casona en Caseros 99 (1968-1969).
Finalmente, el 29 de mayo de 1969, llegó el destino definitivo: el terreno donado por la sucesión de Margarita Avanzato de Paz, en la calle Estrada. Pero la odisea no había terminado. El edificio era un esqueleto. Donde hoy vemos una rampa, había tablones de madera con alambres a los costados como barandas. La preceptoría era un espacio cerrado con alambre tejido. Faltaban pisos, puertas y las aulas del subsuelo no tenían paredes hacia el sur. Lejos de desanimarse, toda la «familia IRESM» se unió para levantar su casa, ladrillo a ladrillo, con esfuerzo y trabajo.
De los oficios a la universidad: innovación constante
El IRESM nunca se quedó quieto. Su historia es una cronología de hitos que marcaron a generaciones: En 1972 nació su emblemática Biblioteca «Francisco Antonio Rizzuto», y en 1977, el inolvidable Cuerpo de Bastoneras, que desfilaba con el uniforme histórico del Regimiento de Patricios. El taller de teatro, iniciado en 1978, se convirtió en otro semillero de talento y compañerismo. Pasó de los cursos prácticos a un secundario moderno con el título de Perito en Técnicas Bancarias. En 1983, dio el gran salto con la creación del Nivel Superior, formando Técnicos y luego Analistas de Sistemas, respondiendo a las necesidades del mundo laboral.
En 1993, fundó la primera Escuela de Negocios de su tipo en el interior provincial. Fue pionero en implementar programas de «Jóvenes Empresarios», instaló una antena satelital para la Licenciatura Digital en Turismo y firmó convenios con prestigiosas universidades como la Blas Pascal, la Universidad de El Salvador y el Instituto Universitario Aeronáutico, abriendo las puertas a carreras de grado para sus egresados.
El legado de sus líderes
En 1978, la fundadora, Adelina A. de Duret, se acogió a la jubilación. El homenaje de la comunidad educativa, plasmado en el periódico local «BAMBA», reconoció a quien fuera el «Alma Mater» de la institución. La posta fue tomada por la profesora María Cristina Armendariz de Bricco, quien continuó y expandió el legado de crecimiento e innovación durante décadas.
Hoy, el IRESM, con su Nivel Inicial y Primario, sus secundarias especializadas, sus carreras terciarias y su vibrante vida cultural, es mucho más que un colegio. Es un testimonio vivo de lo que una comunidad puede lograr cuando se une por un sueño. Una historia de tradición y excelencia que comenzó en aulas prestadas y se grabó a fuego en la identidad de Villa Carlos Paz.