«Pensé que me estaba muriendo»: el terrible relato de la turista atacada con un ladrillazo camino a Ezeiza

Lo primero que hizo Silvia cuando recuperó el sentido, con la cara lastimada y con rastros de sangre en su cuello y remera blanca, fue comunicarse con su pareja Saúl, en Italia, y explicarle lo sucedido después de recibir un ladrillazo en un intento de robo. «Por favor, avisá a mis trabajos que estoy demorada en Argentina, que no volveré en estos días, pero que me esperen, que me recuperaré y que haré lo más rápido posible».

Nacida en Perú, Silvia Elena Robles Mucha (59) vivió en Argentina entre 1990 y 2005 y decidió mudarse a Italia para tener un mejor pasar. Trabaja en tres casas de familia haciendo limpieza en el centro de Milán y el domingo último debía volver desde la Argentina, adonde llegó hace un mes para visitar a sus tres hijas Roxana, Verónica y Elizabeth y a doce nietos. Tiene un cuarto hijo que vive en Europa. Pero no pudo embarcarse el vuelo de medianoche de la aerolínea KLM con el que debía regresar a Italia.

«Mi hermano Roberto decidió llevarme en su taxi a Ezeiza. Y veníamos charlando lo más bien, contándole algunas cosas de mi vida en Milán cuando, de repente, de la nada, sentí un ruido muy fuerte y un impacto en mi cara, como un trompazo. Un ladrillo ingresó por la ventanilla de acompañante, donde yo estaba, y el vidrio estalló y todo –ladrillo y vidrios– dio en mi cabeza y en mi cara. Apenas vi sangre y me desmayé. No me acuerdo más nada».

Roberto, su hermano, volvió a su casa en Villa Celina, y de ahí la llevaron al Hospital Grierson de Villa Lugano, donde le dieron cinco puntos, le aplicaron la antitetánica y le recetaron antibióticos.

Durante las curaciones que le hicieron este lunes, Silvia Robles muestra la herida tras el impacto del ladrillazo.

Dolorida, con un apósito en su mejilla derecha después de que su cuñada enfermera le hiciera una curación, Silvia dice que está «con miedo, aún en shock, aturdida y con una sensación muy molesta que no me deja descansar», describe la mujer que «había pasado un mes hermoso en familia y ya tenía que volver a mis tareas en Italia».

Eran pasadas las 20 del domingo, cuando en cercanías del Mercado Central, sobre la Avenida Circunvalación, ocurrió la agresión

«Después me contó Roberto, mi hermano, que no frenó porque hubiese sido terrible. No sé si hoy estaría contándola. Él me dijo que siguió la marcha, dio la vuelta alrededor del Mercado Central y volvimos a casa porque estábamos a unos quince minutos. Pero yo no me acuerdo nada, yo repito lo que me dijo mi hermano que, también asustado, quería alejarse a toda velocidad del lugar donde nos agredieron y me hablaba y yo no le respondía. Él creyó lo peor y yo también, pensé que me estaba muriendo».

El ladrillo que impactó en la ventanilla del acompañante del auto en el que viajaba Silvia Robles Mucha, que sufrió una herida en su rostro.

«En el hospital me atendieron rápido y siempre estuve acompañada de mi familia. De ahí nos fuimos a hacer la denuncia a la UFI 3 de La Matanza», a cargo del fiscal José Luis Maroto. «Pienso en Saúl, mi pareja, que está muy preocupado. El quería venir conmigo a la Argentina, pero no le dieron los días en la empresa de limpieza donde trabaja».

Los tres atacantes que le tiraron el ladrillazo a Silvia para robarle aun no fueron identificados.

Habla lento para evitar puntadas en la cabeza. Dice que el médico le recomendó reposo. «Pero yo quiero hablar con la prensa, hacer las notas para que mi caso se visibilice lo más posible, para que las autoridades que correspondan tomen nota y esto no le vuelva a ocurrir a nadie más. Porque no puede pasar, yo hoy podría estar muerta», expresa ahora con más vehemencia.

Silvia Robles, el domingo por la noche, en el Hospital Grierson de Lugano, minutos después de ser atendida por los médicos.

Desde hace veinte años que Silvia viaja todos los veranos italianos a Buenos Aires a ver a su familia y «es la primera vez que sufro un hecho de inseguridad viviendo en Europa. Me da mucha bronca, pero bueno, así estamos, esto no cambia nada, seguiré viniendo como siempre, porque aquí están mis hijas. La última vez que había sufrido una situación parecida fue en 1995, cuando me pusieron un cuchillo en el cuello para robarme mi cartera en el barrio de Lugano. Fue horrible, pero pasaron treinta años hasta que me pasó esto».

Ahora viene una etapa engorrosa de trámites y papelerío que tiene que ver la fiscalía y el médico forense. «Necesitamos todo lo necesario para presentar en la aerolínea KLM para no perder el pasaje. Hablamos con la aerolínea y me dieron 45 días para reunir todo los documentos que justifiquen mi ausencia en el vuelo del domingo. De todas maneras me dijeron que tengo que pagar una penalidad. Por otro lado, se comunicaron conmigo desde el Consulado Italiano y se mostraron predispuestos a colaborar en lo que sea necesario».

Dice que le gusta vivir en Europa, que está tranquila en materia de seguridad y economía, y que habla un italiano fluido. «Trabajo todos los días en tres casas de familia que se encuentran en el centro de Milán, me va bien, no me sobra nada, pero me permito conoce otras ciudades cuando se puede. Hace poco estuve en Zurich y conocí Niza y sus hermosas playas del Mediterráneo».

Se escucha la voz de un familiar que le pide que vaya a descansar. «Tengo que descansar porque la cabeza me estalla. Ojalá que todo esto sirva para algo. Ahora sólo pienso en recuperarme y volver a Italia para retomar mi actividad».

MG

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