Fallece a los 92 años Antonio Serrano Higuera, defensor incansable de la memoria y la dignidad en Montoro

Con profundo pesar, Montoro ha despedido a Antonio Serrano Higuera, quien falleció a los 92 años, dejando tras de sí una huella imborrable en la historia y la memoria de su pueblo. Fue una voz fundamental para comprender nuestro pasado, un hombre al que la localidad aprendió a querer y respetar por su entrega y su ejemplo.

Antonio desempeñó un papel clave como presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, labor a la que consagró años de investigación, escritura y activismo. Su trabajo incansable permitió que muchos nombres y relatos, antes condenados al olvido, recuperaran la dignidad y el lugar que merecen en la conciencia colectiva. Inspirado por el recuerdo de su propio padre y por las historias de tantas familias que sufrieron represión, Antonio transformó el dolor en una misión: la de mantener viva la memoria para que nunca más vuelva a ser borrada.

En 2016, publicó el primer volumen de la trilogía Historia Contemporánea de España: siglos XIX y XX, una obra que refleja su compromiso, su rigor intelectual y su pasión por la verdad. Esta contribución se suma a un legado de documentos, investigaciones y testimonios que hoy constituyen un tesoro invaluable para Montoro, legado posible gracias a su empeño personal y a un profundo sentido de responsabilidad histórica.

Aunque nunca militó en el Partido Socialista, Antonio Serrano Higuera se reconocía socialista de corazón, entendiendo el socialismo como una forma de vivir orientada a la defensa de la dignidad, la justicia y la igualdad. No dudó en afirmar: “Si hiciera falta, daría mi vida por el socialismo”. Su compromiso no era con siglas ni intereses, sino con los valores más universales y humanos.

Antonio perdió a su padre cuando él tenía 7 años (1939), ya que fue fusilado entre otros 9 vecinos de Montoro, y las pedanías de Cardeña, Azuel y Venta del Charco. En 1940 comenzó a trabajar en una fábrica de cordelería de su pueblo y poco a poco se fue abriendo camino en el mundo comercial. Posteriormente, se dedicó a la construcción como delegado de obras de una gran empresa, viajando por muchos lugares de España, pero siempre tenía su mente en Montoro.

Quienes lo conocieron recuerdan su trato cercano, su conversación pausada y profunda, su generosidad al compartir conocimientos y experiencias. Siempre mantuvo el corazón en Montoro y la mirada puesta en el futuro, convencido de que recordar es también construir.

Hoy, su partida deja un vacío difícil de llenar, pero también un ejemplo luminoso para las generaciones que vendrán. Como pide su hija, que no caiga nunca en el olvido, igual que él nunca permitió que la memoria de Montoro se desvaneciera. Su legado, hecho de lucha, dignidad y verdad, permanecerá siempre vivo en la historia de este pueblo.

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