Gerardo y Virginia Klus son padre e hija, piloto y navegante, cómplices adentro y afuera del auto de rally. Juntos, conforman uno de los binomios más importantes de Villa Carlos Paz y fueron distinguidos en la Gala de los Campeones, donde se reunieron los máximos exponentes del deporte motor de la ciudad.
En diálogo con EL DIARIO, hablaron de la pasión que los une y su alegría por el reconocimiento en casa.
Gerardo comenzó su carrera a los 18 años y recordó: «Empecé como navegante, luego como piloto, dueño del equipo y dirigente. Por suerte, la vida me permitió pasar todas las etapas del automovilismo. El amor por el automovilismo nace de mi padre, compañero de mucha gente que está en la Gala de Campeones. De chico iba a las montañas a ver pasar los autos; hoy, gracias a Dios, es mi medio de vida».
Virginia nació entre motores, desde muy chica vio a su padre correr y pasó su infancia en talleres mecánicos. «Cuando yo nací, mi papá ya tenía su equipo y en ese momento hizo una pausa. Siempre cuento que mis vacaciones eran dentro de las carreras, a los lugares donde él iba con su equipo. Lo llevo en la sangre, siempre quise estar dentro del deporte automovilístico. Me subí recién a un auto cuando tuve el carnet de conducir, ya que es obligatorio, en el 2014. Y acá seguimos juntos»; aseguró.
«Compartir la pasión con mi papá hace que sea más fácil. Tenerlo como piloto es muy importante para mí y sus amigos navegantes también me ayudaron mucho cuando estaba arrancando. Si no tenés un buen piloto cerca, es difícil ser navegante. La verdad que cuando era chica no me lo imaginaba, pero se fue dando así. Yo le insistía mucho hasta un día me dijo: Vení, te subís a mi auto y aprendés». También está mamá que nos apoya desde casa y es un gran pilar, siempre estuvo bancando»; concluyó.