Pampita suele mostrar en televisión su costado más profesional y encantador, pero esta vez quien se llevó todas las miradas fue su hijo mayor, Bautista Vicuña. El adolescente participó en Los 8 escalones (El Trece) y no dudó en responder con total sinceridad cuando su madre le preguntó sobre sus habilidades culinarias.
Todo comenzó cuando la conductora lanzó la consigna: “Según una encuesta realizada en 2012 en Inglaterra por Food Network, ¿qué porcentaje de hombres considera que su pareja se siente bajo presión por cumplir las habilidades culinarias de la suegra? ¿5 por ciento, 10 por ciento o 15 por ciento?”.
Luego de dar contexto sobre la encuesta, Pampita giró la charla hacia su hijo con un tono divertido: “¿Mamá es buena suegra o no?”. Bautista, sin titubear, respondió: “Mi mamá es rebuena suegra”.
Sin embargo, la modelo quiso profundizar y lo consultó sobre otra faceta más íntima: “Soy rebuena suegra, pero en la cocina, Bauti, ¿qué onda?”. Allí llegó el comentario que nadie esperaba. Con una sonrisa tímida pero sin filtros, Bautista contestó: “Sí, en la cocina está medio floja”.
LAS PALABRAS DEL HIJO PAMPITA:
Lejos de molestarse y muy fiel a su estilo, Pampita tomó la confesión con humor y trató de equilibrar la balanza frente a las cámaras: “Bueno, pero compenso con otras cosas, amo a todas las nueras, a todas. Es importante, ¿eh? Las mimo, las amo”.
El intercambio madre e hijo rápidamente se viralizó en redes sociales, donde los seguidores destacaron la frescura de Bautista y la naturalidad con la que Pampita manejó la situación. Muchos remarcaron que la modelo no suele incomodarse con este tipo de comentarios y demostró su habilidad para salir airosa de los momentos inesperados.
La escena también abrió el debate entre los televidentes sobre la intimidad de las celebridades y cómo, en ocasiones, son sus propios familiares quienes terminan revelando detalles desconocidos. En este caso, fue el propio hijo de Pampita quien dejó al descubierto una faceta cotidiana de la conductora que pocas veces se menciona.
Aunque todo se trató de un juego televisivo, el episodio reforzó la complicidad que existe entre madre e hijo, y mostró un costado más relajado de Pampita en pantalla. Su risa posterior y la forma en la que desvió la atención hacia el cariño por sus nueras dejaron en claro que, para ella hay otros aspectos en los que brilla con creces.