Joaquín Prat: «En los programas de actualidad ya está todo inventado»

Joaquín Prat aterriza en la franja vespertina de Telecinco, una de las más complicadas a nivel de audiencia, como presentador de ‘El tiempo justo‘, el nuevo programa de actualidad de Telecinco que hace un guiño con el título al mítico ‘El precio justo’, formato que el padre del comunicador presentó hace décadas. Prat, que ya acumula más de 17 años de experiencia en Mediaset, competirá a nivel de audiencia en su misma franja con su amiga Sonsoles Ónega.

Suma un estreno de programa más a su trayectoria, ¿ya se ha acostumbrado a los nervios premios al primer directo?

Los nervios se tienen 15 minutos antes de empezar y 15 segundos después de arrancar el programa ya han desaparecido. Después de tantos años, lo que quieres es que llegue el momento del directo, porque toda la preparación previa es más aburrida y no tiene tanto que ver con lo que a mí realmente me motiva, que es comunicar.

¿Cómo le llegó la propuesta para presentar el programa?

El 30 de julio me convocaron al despacho del jefe. Entre las mil opciones que había manejado de por qué me llamaban para reunirme con los jefes el último día antes de irme de vacaciones se encontraba desde el despido, hasta un aumento de sueldo. Pero nunca son los extremos, siempre se queda en un término medio. Me dijeron que querían que hiciese la tarde y, cuando me dijeron cómo y con quién, lo tuve clarísimo.

Estará acompañado de María y de César.

A César apenas lo conocía y a María la conocía, pero no había trabajado con ella. Son gente honesta, con rigor y frescos, un poco en esa línea de caras nuevas y jóvenes que hay en la cadena. Yo soy muy exigente conmigo mismo y espero lo mismo de los demás. Esto no es una cadena de montaje, aquí, o le pones pasión y dedicación, o no vales para esto. Si vas de funcionario, mal asunto. Sobre todo en la tele, que se te ve rápido la cara de culo y los malos días. Si haces algo impostado, tienes tu recorrido cortito.

El programa se llama ‘El tiempo justo’. ¿Es un homenaje a su padre, mítico presentador de ‘El precio justo’?

‘El tiempo justo’ tiene una sonoridad muy buena. También tiene mucho que ver con el planteamiento que vamos a hacer del programa. Tenemos algo más de dos horas y media y queremos tocar todos los palos. No va a ser fácil y vamos a dedicarle a cada cosa un tiempo justo. Si una cosa tiene más tiempo que la otra será en función del interés que suscite. Y luego tiene ese componente de herencia genético-profesional, que es algo muy bonito. A mí todo lo que son evocaciones hacia mi vida personal no me gustan mucho, pero esta vez me gustó y me pareció bonito.

¿Cuáles son las claves del programa?

Es un programa muy de calle, de estar cerca del ciudadano, de información y de análisis. La opinión del público y del espectador también tiene un peso específico. Obviamente, también hay entretenimiento y reality, pero yo quería que fuera muy de estar cerca de la gente, reporterismo y exclusivas de verdad, que es un término que se ha devaluado muchísimo en los últimos tiempos. Para mí, la clave de todo en esta profesión es el rigor y la honestidad. No concibo trabajar de otra manera que no sea esa.

Con tanta actualidad, también política, que suele generar polémica, ¿cómo se enfrenta a las críticas?

Después de tantos años, el desafío es con el espectador, con el equipo y con uno mismo. Si yo doy lo mejor de ti mismo, las críticas me la bufan. España es un país de criticar. A mí lo único que me preocupa es quedarme sin trabajo, pero algo debo haber hecho bien, que nunca he tenido que cobrar un subsidio ni me ha faltado el trabajo. La clave es bien sencilla: esfuerzo, trabajo, sacrificio y constancia. No hay recetas mágicas. ¿Quieres que te vaya bien? Pártete los cuernos.

Ha cambiado bastante de horario y de programa en los últimos años. ¿Cómo se enfrenta a eso?

Llevo 17 años en Mediaset y te tienes que acostumbrar a los imprevistos y a lo que venga. Esa capacidad de adaptarse a las nuevas realidades muchas veces es lo que marca la diferencia.

¿Le cuesta adaptarse?

En realidad, no. Me cuesta más mentalizarme, lo que sería la adaptación mental. He tenido que acostumbrarme porque he estado yendo y viniendo. Desde que me fui a Ana Rosa la primera vez, hasta Cuatro al día.

Se pone ahora al frente del horario de sobremesa de las tardes, una de las franjas más complicadas.

Es muy complicada porque tiene unos hábitos de consumo televisivo ya muy definidos, a ver si conseguimos revertir esa tendencia. Ojalá, es nuestra intención. Queremos que las personas que están haciendo zapping porque su novela se ha ido a publicidad se queden unos minutos a ver lo que hacemos. Tenemos que conseguir que esos dos o tres minutos fidelicen al espectador y cada día se quede un rato más. Fácil no va a ser y requiere también un poco de paciencia por parte de la cadena.

¿Ahora es más difícil fidelizar al espectador?

La gente tiene muy claro lo que quiere ver y, en modelos que tienen tanta oferta, como los magacines, tienes que marcar la diferencia de alguna manera para que te compren. En los programas de actualidad está todo inventado y tenemos que encontrar la tecla. Hay que ver si los profesionales que te lo van a contar o la forma de aproximarte y abordar las temas son los que marcan la diferencia con el espectador. Leí en X que decían que iba a ser «más de la misma mierda». Bueno, pues vamos a intentar que no lo sea.

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