El Real Madrid se llevó el triunfo en Anoeta en un partido muy práctico de los blancos ante una Real Sociedad que no fue el equipo asfixiante que acostumbra ante los suyos. Habían perdido los blancos sus cuatro últimas visitas a San Sebastián en Copa, anotando un solo gol en esos partidos. Pero su estreno copero en el Reale Arena lo resolvió apoyado en el «compromiso colectivo» y en la inspiración de dos jugadores poco habituales en el once de Ancelotti: el portero Andrei Lunin y el delantero brasileño Endrick. Las paradas del primero y el gol del segundo sellan medio billete para la final de Copa de Sevilla, aunque todavía quede la vuelta en el Bernabéu dentro de un mes.
Ancelotti apostó en San Sebastián por un once ‘copero’ con la unidad B en el que Lunin aparecía pertrechado tras Asensio, Rudiger Tchouameni y Fran García. En el medio dejaba a Ceballos, Bellingham y Camavinga y arriba un tridente con Arda, Endrick y un Vini que se estrenaba como capitán blanco. Mbappé se quedaba en Madrid, como Valverde y Courtois, y en el banquillo se dejaba a Alaba, Modric, Rodrygo y Brahim.
Imanol afilaba las bandas con Kubo y Barrenetxea y dejaba el área para Mikel Oiarzabal, las llegadas desde atrás de Brais y los galones para Zubimendi en el medio. Un rival exigente que a los tres minutos ya había registrado dos disparos de Barrene y Kubo, haciendo trabajar a Lunin. Amaneció dormido el Madrid y la Real, que se fue a presionar arriba, enchufada. Carletto dio orden de sacarse la pelota y no arriesgar, logrando enfriar un duelo en el que solo chirriaba Camavinga.
Gol de Endrick
Andaba ya equilibrado el choque en el minuto 18 cuando Bellingham sacó un pase largo a Endrick, que la bajó con el muslo y clavó su remate con la izquierda en la red ante un Remiro vendido por el mal cierre de su zaga. Decía Ancelotti en la previa que “no hay caso Endrick” y que el brasileño “será un gran delantero”. Y el chico confirmó que se le caen los goles. Este era su sexto gol este curso, el cuarto tanto en Copa, lo que le convierte en el máximo goleador blanco en esta competición.
Un disparo de Oyarzabal prologó a una gran mano de Remiro a tiro de Vinicius. El Madrid tenía el choque donde lo quería y a la Real se la veía con cierta ansiedad. Salvó Lunin el empate después de que Barrene encarase por dentro a Asencio por enésima vez y sacase un disparo que sacó el ucraniano con una mano prodigiosa. El central madridista, al que el ppúblicodedicó gritos de «‘¡Asencio, muérete!», lo pasó mal en el lateral ante el canterano txuri-urdin durante toda la primera parte. El canario se quedaría en el vestuario, marcado por una amarilla, dejando su sitio a Lucas Vázquez.
Justificó Lunin su alineación en esta semifinal de Copa, algo que no había hecho nunca antes. Y lo hizo con dos paradas al inicio de la segunda parte. Las paradas del ucraniano han sido clave en las eliminatorias ante el Celta, en Leganés y en este encuentro en San Sebastián, donde realizó siete intervenciones. A la doble oportunidad local le siguió otra jugada eléctrica con un pase para un Endrick que rompió a los dos centrales realistas y estrelló su zurdazo en el larguero de Remiro. El partido era más entretenido en una segunda parte que tenía más de sentencia visitante que de empate local.
La fiabilidad de Lunin
Los de Imanol sufrían más físicamente ante un once de Ancelotti mucho más fresco que aguantaba las idas y venidas del duelo. El técnico blanquiazul trataba de buscar pulmones y piernas en su banquillo, del que salieron Pablo Marín y Becker. Los blancos estaban cómodos en el encuentro, pero Carletto esperaba impaciente la puntilla para sellar medio billete para la final de Copa. Un error grosero atrás de Fran García plantó a Oiarzabal ante Lunin, pero Tchouameni se cruzó raudo a bloquear el remate. Lo exiguo del marcador no terminaba de convencer al italiano, que pedía a sus jugadores que siguieran trabajando y se mantuvieran replegados con orden ante los latigazos de la Real, que abortaba con mucha fiabilidad Lunin. El único que seguía ofreciendo un perfil muy discreto fue Arda, porque hasta Camavinga creció en la segunda mitad en su rol de contención en el mediocampo.
Remiro realizó otra gran parada en el tramo final, manteniendo a los suyos vivos en el partido. Pero si el partido hubiese durado una hora más, el gol habría sido blanco porque sus compañeros atacantes no tenían la noche de cara. El choque acabó con Ceballos dolorido y los visitantes acumulando méritos y ocasiones ante una Real Sociedad que se terminó diluyendo como un azucarillo. La final de Sevilla está a un paso y el mérito es de la unidad B del vestuario blanco. Resta saber si una vez sellado el pase, Ancelotti dará el premio a quienes le han llevado a La Cartuja o si en la final regresarán al once las estrellas madridistas.