El jefe de la Administración Federal de Aviación (FAA) de Estados Unidos, Michael Whitaker, admitió este jueves que su organismo debería haber supervisado más de cerca al fabricante aeronáutico Boeing, que está en el punto de mira por diversos incidentes en sus aparatos.
“Deberíamos haber tenido una mejor visión de lo que sucedía en Boeing antes del 5 de enero y el enfoque era demasiado no intervencionista y centrado en el papeleo en lugar de en las inspecciones”, dijo ante el comité de Comercio del Senado de Estados Unidos.
Su comparecencia, que no es la primera que tiene en el Congreso, se produjo de nuevo como consecuencia del incidente de ese 5 de enero, día en que un Boeing 737 Max 9 de la flota de Alaska Airlines tuvo que volver a tierra en Oregón al perder en el aire un panel de la puerta de emergencia.
Whitaker se personó para hablar de la supervisión ejercida por la FAA sobre el fabricante. Desde lo sucedido, agregó, se cambió la estrategia: “Hemos añadido más inspectores de seguridad para controlar de cerca” y el mayor control incluye inspecciones adicionales en puntos críticos del proceso de producción, dijo.
El administrador precisó que esos cambios son “permanentes” y subrayó que su nuevo plan de supervisión es más activo y comprehensivo.
Tras el incidente del 5 de enero, que no causó víctimas mortales, la FAA dio a Boeing 90 días para presentar un plan para solucionar los problemas de calidad en la producción de sus aviones.
Esa hoja de ruta, presentada a finales de mayo, incluye según dijo entonces la propia empresa “grandes inversiones para ampliar y mejorar la capacitación” de la plantilla, la simplificación del proceso de fabricación y “la eliminación de los defectos en su origen”.
Ese mismo día la FAA avisó a Boeing de que no autorizará nuevos aumentos de producción más allá del cupo actual hasta que el plan de seguridad de la compañía aeronáutica se implemente de forma satisfactoria.