El libro de una actriz Triple X argentina donde el cine porno es como un cuento de hadas

El título es solo una frase libidinal y esto, se supo, provocó que la autora tuviera que padecer rechazos editoriales. “Esperaban que dijera ‘chota’, ‘pija», ‘concha’, ‘coger’. Decidí hacerlo todo solita”, nos cuenta Lorena Mexy con una suavidad digna de Olivia Newton-John.

En Muy porno para saberlo, la actriz fetiche del zar criollo del género, Víctor Maytland, narra experiencias como actriz Triple X y sorprende por el grado de ternura, códigos y caballerosidad del ambiente y, sobre todo, de nuestro director argentino más bizarro.

Lo describe como un tipo súper respetuoso y considerado. Mexy da a entender que en cierta forma debía serlo por estar próximo a un «límite». En el libro, la autora va al grano y lo interesante es que eso no significa ir a ningún lugar común del porno.

Tenía 29 años, estaba separada y con una hija que mantener yo sola, alejada de la violencia doméstica de un hijo de puta machista al que solo le bastó que me sometiera una vez a su maltrato para que yo decidiera irme.

Cuenta las cosas como si ocurrieran en un set de Disney. Se muestra agradecida, poderosa, referente. «Una mujer que sabe lo que quiere llega más lejos que una que hace lo que los otros quieren. Estoy completa, derribé barreras y abrí cabezas. Me sentí amada».

Lorena Mexy, en un set de filmación. Considera que la carrera de una actriz Triple X debe ser breve.

Cómo empezó todo

Buscamos señorita sexy, buena figura para video chat. Vio el anuncio en el diario. Le pagaban un euro el minuto. Así empieza esta historia sin cronologías, salpicada con escenas de alguien que se presenta como personalidad destacada del cine para adultos. Su estilo público es el de una aplanadora. En el currículum está el porno y su pasaje detrás de cámara, a la dirección de videos musicales y demás proyectos creativos.

El relato se astilla, es moderno, está lleno de aristas. No tiene, por así decirlo, un desarrollo lineal. Las partes eróticas se narran quirúrgicamente. No se advierte ni un solo párrafo donde Mexy parezca haber perdido la cabeza. Es una profesional al estilo Moria Casán, donde el escote no es otra cosa que la etiqueta de una marca.

Da a entender que en la industria de la pornografía las mujeres son las verdaderas figuras.

Filmar genera mucha presión. Víctor va a buscarte al camarín y cuando ya estás lista, maquillada, peinada, nerviosa y por supuesto hecha una diosa, te dice lo divina que estás y te habla de cosas cotidianas que no tienen que ver con filmar (…) El actor está ahí, a un costado, lamento desilusionarlos, pero nadie lo adula, nadie lo palmea.

En la mayoría de los casos es sólo alguien que tiene que cumplir con una relación sexual prometedora y, de ser posible, ni hablar y mucho menos propinarle a la actriz una palmada o agarrarla de los cabellos. Por esto vi echar a un actor mientras Víctor le gritaba: «¿Querés que te caguemos a trompadas entre todos, a ver si te parece sexy?»

Lorena Mexy, con el director Víctor Maytland. Habla maravillas de él y cuenta cómo cuidaba a sus actrices.

Maytland decía que en nuestro porno no hubo un John Holmes. “Tuve pibes discretos. No nos caracterizamos por actores espectaculares”.

Sólo durante la pandemia la palabra “coronavirus” logró superar a “porno” en las búsquedas en Internet. Mexy lo repite con ligera satisfacción. Un universo aparentemente ominoso y amenazante es descripto por ella con absoluta humanidad. El libro podría ser un homenaje a Maytland: Víctor te toma de la mano y te dice: «Acá se va a hacer lo que vos quieras, eso sí, haceme sentir orgulloso de la actriz que sos».

Pepita la pistolera

Lorena es una especie de Coca Sarli del cine porno, devenida empresaria. Debe tener el carácter de Pepita la Pistolera. Hemos compartido viaje en ascensor. Habitáculo pequeño y la monumental Mexy, sólo con la mirada, obligando a estamparnos contra el espejo. Era eso o el roce.

«Dirigir es un sueño. Retomar el género como un legado. Imaginate, yo sería la primera directora de cine condicionado argentina». Para ella, Las Tortugas Pinjas y cualquier película de Armando Bo van a ser casi lo mismo. «Sólo falta que la pérdida de prejuicios siga haciendo su trabajo».

Lorena Mexy, en plan «Kill Bill». En su libro «Muy porno para saberlo» describe a la industria casi como un set de Disney.

Ser la preferida de Maytland fue como ser la favorita de Gerardo Sofovich. Hay una película sobre la vida del realizador. Lo pintaban como un personaje sartreano, pero él trabajó en la producción de Feliz Domingo y en Calabromas. “¡Tampoco soy Costa-Gavras! -nos dijo alguna vez-. Todo el mérito fue de Octavio Getino y de Pino Solanas en La hora de los hornos. Yo fui meritorio, era el que llevaba el café».

Más de 200 películas hizo. Lorena aparece en los créditos de varias. Produjo para los Estados Unidos. Hizo cine hétero, bisexual, gay, cine porno con temática travesti. Su seudónimo, Victor Maytland, lo usaba sólo con las películas heterosexuales. Después tenía otros nombres de fantasía como «Jean Luc Godet».

La primera película que Mexy filmó con el director de culto fue Intimas. «Era más bien romántica, con condimentos dignos de un culebrón de las tres de la tarde. Fue un éxito, se vio muchísimo, más que cualquier otra. Desde ahí hay mujeres que me reconocen».

Un día dijo basta y se retiró de su función delante de cámara. «Me vi grande y no me gustaba verme grande. No hay mucho que explicar. La carrera de la actriz porno debe ser breve«.

En un capítulo del libro llamado Partir, la ex actriz porno detalla que fue una de las últimas personas que vio con vida a Maytland, fallecido 2 de noviembre de 2022. «Me reconoció hasta último momento y no era por mí. Él amaba su trabajo».

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