Que vienen los rojos!

Sólo faltaba gritar aquello de que “vienen los rojos” y los rojos en este caso eran los españoles, o al menos el color que representa a la Vuelta desde que en la década pasada se decidió retirar los diseños en amarillo y dorado para distinguir al líder de la carrera y apostar por el mismo tono que identifica a las diversas selecciones en todos los deportes.

Alba, ciudad preciosa, pequeña, pero a la vez famosa por los gustos hacia la trufa sea blanca o negra, y que presume de que en las viñas cercanas crecen los racimos que luego servirán para crear el Barolo, uno de los vinos más exquisitos de Italia.

Los encantos de la Vuelta

La noche de Alba se vive al son de los encantos de la Vuelta. Media ciudad viste de rojo porque es lo que se ha pactado. Los más mayores van con camisetas y sudaderas y las más jóvenes con tops encarnados, pequeños pantalones y esas botas hasta la rodilla que están de moda y que deben dar un calor de espanto, aunque afortunadamente el tiempo haya refrescado un poco.

Por la noche de Alba nada mejor que encontrar como guía a Lluís Cabasés, un periodista catalán que lleva toda la vida viviendo en el Piamonte pero que sigue al día toda la actividad catalana. A Barcelona trata de viajar al menos una vez al mes.

La ciudad del chocolate

Pasear por Alba con Cabasés supone detenerse cada instante a saludar, desde el alcalde hasta la mujer que preside la asociación de amigos con Sant Cugat del Vallès, porque allí se establecieron varias familias de la ciudad que se fueron a vivir a Catalunya cuando la empresa de la villa, Ferrero Rocher (dicen que los días laborables Alba huele a chocolate), estableció oficinas en El Prat de Llobregat.

Cabasés ha estado procesando buena parte de la actividad hacia la Vuelta. Durante 10 años fue alcalde de Serralunga d’Alba, la zona cero del Barolo, apenas 500 habitantes, algunos también desplazados a Alba para vivir la gran noche de los rojos, de los españoles: sábado previo a la salida de la segunda etapa de la Vuelta, grandes rótulos luminosos en la fachada del ayuntamiento recordando que llega un domingo especial porque sale la ronda española y hay que acercarse al punto de partida de la carrera para animar y aplaudir a los corredores.

La cena popular

Suena la música en el casco viejo. Se cierra una plaza y se montan mesas como si se tratase de una boda: luces de led y la mesa principal creada alrededor de Javier Guillén, el director general de la Vuelta, que comparte mantel con las máximas autoridades del Piamonte. El menú, degustado por muchos ciudadanos de Alba, olvida la pasta y los platos típicos del lugar. En cambio, se degusta jamón, ibérico, por supuesto, tortilla de patatas y todo se riega en este caso con la famosa sangría conocida en el mundo entero.

Cabasés disfruta con el cariño hacia la carrera ciclista. Dirige una revista que se llama ‘Idea’ y cuyo último número ha sido dedicado en exclusiva a contar todos los pormenores de la visita de la Vuelta a Alba. Y no crean que ha sido poco el espacio dado a la prueba. Nada menos que 98 páginas por lo que no se ha escapado detalle alguno. ¡Imposible!

Continúa la noche mientras Cabasés retrata con sus palabras la historia de Alba y de la provincia de Cúneo, a cuyos habitantes, amantes del ciclismo, les gustaría que todos los años el Giro visitase sus carreteras. La ronda italiana, al igual que la francesa o la española, tiene que repartir porque muchas son las candidaturas y no siempre se puede ir a todas partes.

No falta el homenaje a Coppi

Paseando por Alba se llega a un lugar emblemático, el que se dedica a Fausto Coppi que por siglos que pasen seguirá siendo el gran ciclista del Piamonte. Nació a 100 kilómetros de Alba y seguro que en alguno de los largos entrenamientos que hacía hace 80 años alguna vez se acercó hasta la ciudad que vibra con la Vuelta.

El color rojo despierta a Alba por la mañana. Cabasés no se pierde la salida de la Vuelta. Todos buscan a Matteo Sobrero, corredor del Red Bull, natural de la localidad, que cuenta en su haber con un triunfo de etapa en el Giro. Sobrero saluda a los suyos. Cabasés y el resto de vecinos despiden a la Vuelta, se van a sus casas, pasó un domingo y la Vuelta se marchó en busca del frío y las montañas de los cercanos Alpes. Los rojos se fueron de la ciudad. La fiesta perdurará mucho tiempo.

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