Trump: Me gusta mucho Kim Jong-un

La sintonía de Donald Trump con líderes autoritarios y la manera única de hacer diplomacia del presidente de Estados Unidos han vuelto a exponerse este lunes. El mismo día en que recibía para una reunión bilateral al presidente de Corea del Sur, Lee Jae-myung, Trump ha abonado el terreno de esa reunión con un mensaje en redes sociales que disparaba los miedos de tensión y enfrentamiento con su invitado. Aunque ese choque ha quedado solo en un amago, en parte por la estrategia de Lee de alabar repetidamente a su anfitrión, Trump se ha dedicado repetidamente a destacar su buena relación no ya con su invitado, sino con el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un.

“Se supone que no debo decirlo pero me gusta mucho, nos llevamos muy bien”, ha dicho Trump respecto al dictador de Pyongyang, “Estoy deseando que nos reunamos (…). Sucederá en algún momento y lo estoy deseando”, ha declarado en una comparecencia en el Despacho Oval para la firma de un par de órdenes ejecutivas que ha derivado en una rueda de prensa de cerca de una hora.

“Fue muy bueno conmigo”, ha dicho en referencia a dos encuentros que mantuvo con Kim durante su primer mandato. “¿Se dan cuenta de que desde que estoy en el cargo no hemos tenido problemas con él?”, ha afirmado también Trump, que ha reconocido la capacidad armamentística de Pyongyang pero también ha asegurado que si Hillary Clinton hubiera ganado en 2017 “habría habido una guerra nuclear”. “No vamos a tenerla, una vez que suceda (la guerra) se acabó todo”, ha dicho.

Halagos y ego

Palabras casi idénticas las ha repetido minutos después, de nuevo en el Despacho Oval pero ya sentado con Lee para la reunión bilateral, en otra ronda de declaraciones ante la prensa que se ha extendido durante otra hora y en la que, como en la primera, ha abordado un amplio abanico de asuntos de política nacional e internacional, incluyendo las negociaciones de comercio y aranceles con Seúl.

Trump había desatado el miedo por un mensaje en Truth Social donde se preguntaba «qué está pasando» en Corea del Sur, una referencia velada a las investigaciones que están llevándose a cabo vinculadas al expresidente conservador Yoon Suk-yeol y su intento fallido de declarar la ley marcial en el país asiático el pasado diciembre. «Parece una purga o una revolución«, había escrito Trump, añadiendo que «no se puede tener eso y hacer negocios allí».

Luego, ya con Lee en el Despacho Oval y ante las cámaras, y pese a tratar de establecer paralelismos entre la investigación a Yoon y las que él enfrentó entre sus dos presidencias, Trump ha moderado esa línea de argumentación, ha dicho solo que era referencia a «información de inteligencia» y «rumores» sobre supuestas redadas en iglesias y en una base militar y ha dicho que aclararía todo en privado con su invitado.

Era un alivio para Lee, que ha pasado toda la comparecencia ante la prensa sin escatimar halagos hacia Trump y tratando de alimentar el ego del mandatario estadounidense. En parte lo ha hecho buscando impulsar para él un papel negociador de paz entre las dos Coreas. “La única persona que puede lograr un avance es usted”, ha llegado a decir Lee a Trump. “Si se convierte en negociador de paz podemos lograr grandes progresos con Corea del Norte”.

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