La madrugada del pasado 10 de julio, en la Avenida Cárcano de Villa Carlos Paz, Franco Barrera fue atropellado por un conductor que luego se dio a la fuga. A casi dos meses del hecho, el joven atraviesa una dura recuperación, asegura no tener recuerdos claros del hecho y reclama que se haga justicia.
El conductor del Peugeot 206 que lo embistió se presentó en Tribunales diez horas después del choque y fue imputado por lesiones graves por fuga, quedando en libertad tras pagar una fianza.
Aquella noche, Franco regresaba de la casa de su novia y estuvo al borde la muerte. Tras el choque, el joven debió atravesar varias cirugías, sesiones de kinesiología y un largo proceso de rehabilitación que aún continúa. «No recuerdo mucho del accidente, tengo presente algunos momentos por partes. Me acuerdo que tenía el pecho mojado de sangre y que estaba tirado. Todavía no estoy recuperado al 100%, sigo usando muletas porque me fracturé el fémur con una lesión expuesta. Tuvieron que colocarme una prótesis con cuatro clavos y también me quebré el tabique en dos partes»; relató Franco en diálogo con EL DIARIO.
Franco se muestra optimista en torno a su recuperación: «Estoy sorprendido por lo rápido que me vengo recuperando, pero fue muy difícil, tuve noches sin dormir, con mucho dolor y un fuerte impacto psicológico. A veces me preguntaba por qué me pasó a mí, cuando no tuve la culpa de nada». El joven vive en el barrio El Canal junto a sus padres, debió dejar su trabajo por las secuelas del accidente y hoy su familia enfrenta serias dificultades económicas.
«Yo estaba prácticamente independizado, tenía cuotas que pagar y proyectos para construir mi casa. Ahora todo quedó frenado. Mis viejos se hacen cargo de las deudas y los gastos médicos. Mi mamá incluso tuvo que empezar a cocinar y vender comidas para poder cubrir lo que no alcanza. También tuve que dejar el fútbol, yo jugaba en torneos con mi hermano y amigos. Estaba en un buen momento, y de golpe tuve que dejar todo»; sostuvo sobre su nueva realidad.
«Siempre que salía en moto lo hacía en regla y nunca tomaba alcohol. Me cuidaba mucho. Por eso no le tengo miedo a las motos, pero por mi familia decidí no volver a manejarlas»; argumentó.
El caso de Franco Barrera vuelve a poner en agenda la problemática de los siniestros viales y la sensación de impunidad que generan los conductores que huyen tras un accidente. Su historia refleja no solo el dolor físico y emocional, sino también las consecuencias sociales y económicas que deben afrontar las víctimas y sus familias.