Mis películas son diferentes, pero parte de una misma cosa

Después de la incertidumbre que generaron los anuncios del gobierno de Javier Milei sobre su restrictiva política para el Incaa, el futuro inmediato del cine independiente argentino está lleno de nubarrones. Producir una película en el país se ha vuelto casi una quimera, sobre todo sin grandes estrellas en el elenco. Este 2024 la producción está parada, y por ahora no hay señales ni fechas de reinicio. La industria del cine ha generado en los últimos años picos de 600 mil puestos de trabajo. Son muchos los que esperan algún cambio de rumbo.    

En la historia del cine argentino de los últimos años es muy valiosa la renovación que se produjo a fines de los 90 del siglo pasado. Y Martín Rejtman, que estrenó su notable ópera prima Rapado en 1996, fue un gran protagonista de ese cambio, reflejado en una generosa cantidad de premios para distintas películas argentinas en festivales internacionales, prestigio por los elogios de la crítica especializada y una saludable diversidad de estilos y propuestas..  

El estreno de La práctica, el quinto largometraje de Rejtman, es motivo de celebración para la cinefilia argentina: porque se da en ese contexto complicado para todos los que tienen alguna relación con el cine nacional y están angustiados por la zozobra actual, porque es una confirmación de la singularidad y la solidez del director de películas emblemáticas como Silvia Prieto (1999) y Los guantes mágicos (2003) y porque pasaron nueve años desde Dos disparos (2014) y la marca registrada de este cineasta tan particular ya se hacía extrañar. 

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La práctica se proyectará todos los sábados de septiembre las 20:00 horas en el Malba,y se suma en CABA la sala Cine Arte Cacodelphia, y también se la puede ver en el Espacio Incaa 3 de Febrero – Cine Teatro Paramount y en Rosario, en la mítica sala El Cairo, los jueves y sábados. Conviene verla lo antes posible porque ya desaparecida definitivamente la cuota de pantalla –que de todos modos se cumplía poco y nada– por decisión de las nuevas autoridades del Incaa, la estadía de los films argentinos independientes en las salas será casi siempre muy breve. 

Ambientada y filmada principalmente en Chile, La práctica fue producida con capitales de ese país vecino, de Portugal y de Alemania. También con el apoyo clave del Incaa. Además de su estreno en Argentina se está exhibiendo en paralelo en la Cinemateca Uruguaya de Montevideo, acompañada de una retrospectiva de Rejtman, que después de un largo paréntesis tiene otra película circulando este año, el documental El repartidor está en camino, premiado recientemente en el festival suizo Visions du Réel.

La primera exhibición pública de La práctica fue en el Festival de San Sebastián de 2023, donde Rejtman fue ovacionado antes y después de la proyección en una sala enorme y repleta de esa preciosa ciudad española. Aún cuando tienen focos, personajes e historias muy distintas, todas las películas de este director son reconocibles. Hay una “marca Rejtman” que los seguidores de su cine en todo el mundo identifican y festejan. 

“Todas mis películas son diferentes, pero forman parte de una misma cosa, es evidente –dice él–. Mi estilo de escritura, el tipo de diálogo que uso, los actores que busco, el destino de los personajes, la forma de actuar… Creo que son constantes. Cuando filmé unas escenas en una cocina con Susana Pampín en Dos disparos no pude evitar pensar en las escenas también filmadas en una cocina de Silvia Prieto. Las resolví de una manera parecida, no me sale filmarlas de otro modo. Hay miles de formas, pero yo siempre voy a las mismas puestas de cámara, la manera de comportarse de los personajes es parecida, uso de una manera determinada la voz en off… Es mi manera de hacer las cosas”.

En La práctica, el protagonista es un instructor de yoga interpretado con mucha solvencia por Esteban Bigliardi. Se llama Gustavo y es un personaje bastante abúlico que debe lidiar con la separación de su pareja, también instructora de yoga, y con algunos otros pequeños entuertos que van tiñendo la historia con el color de la comedia. Se trata de una comedia diferente a la más corriente en el cine convencional. Alejada de la vulgaridad, poco estruendosa, más próxima al absurdo controlado de la obra del finlandés Aki Kaurismaki que al humor más explícito y expansivo que predomina en el género cuando apunta primordialmente a la identificación inmediata y el boom de taquilla.

“Creo que esta película tiene una frescura relacionada con la decisión de rodar en Chile –apunta el director–. Filmar en otro país que no sea Argentina me permitió mirar las cosas con más ingenuidad. Todo era bastante nuevo para mí: los lugares, el significado de algunas expresiones, la trayectoria de los actores chilenos. Ese desconocimiento fue un estímulo. Sí es cierto que fui a varios retiros de yoga en Chile y, aunque no se filmó en los mismos lugares donde estuve, en el norte del país, muchas situaciones de la película están inspiradas en esos viajes. En todas mis películas hay algo de autobiográfico, hay ropa u objetos de mi casa o de la casa de mi madre. Son cosas que conozco bien y que me gustan, por eso las uso. Y Bigliardi tiene cierto parecido físico conmigo. Mi mamá fue a ver una obra de Romina Paula, Algo de ruido hace, y cuando volvió del teatro me llamó para contarme que había un actor que era igual a mí. Después lo vi a Esteban en varios papeles y escribí el guión de La práctica pensando en él, que tiene el fisic du rol de un profesor de yoga pero ninguna experiencia previa y tuvo que tomar clases durante un buen tiempo hasta familiarizarse y, por ejemplo, poder hacer la parada de cabeza que hace más de una vez en la película”.

La práctica tiene música de Santiago Motorizado, que ya se lució con la banda sonora del exitoso reestreno de la serie Okupas. Rejtman siempre le ha prestado atención a ese componente esencial de sus películas y trabajó con artistas a los que siente cercanos: Vicentico, Diego Vainer y ahora el cantante y compositor de Él Mató a un Policía Motorizado. “Volvería a trabajar con cualquiera de ellos. Es cierto que me gusta trabajar con gente que está más o menos cerca, y cuando estaba por empezar a filmar esta película lo veía bastante seguido a Santiago. Lo llamé para un podcast que me encargó la gente de MUBI y muy pronto se me ocurrió decirle que haga la música”.

Este año, otra buena noticia, Rejtman ha vuelto a la literatura, una actividad que tenía un poco abandonada. “Es que escribo sólo cuando tengo ganas. La relación que tengo con la literatura es la misma que tengo con el cine. No soy un director de cine profesional. Hago películas cada tanto. Y tampoco soy de los que no pueden dejar de escribir. Puedo pasar meses sin escribir y no pasa nada. Cuando arranco, aparece una especie de necesidad de escribir al menos un par de horas por día, eso sí. Pero depende mucho del momento… Ahora estoy con un cuento bastante largo. Veremos cómo evoluciona. Nunca pensé en tener una carrera. Ni en el cine ni en la literatura”.

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