Una semana marcada por números fuertes: 33/1/2,7 o 2,7/33/1, el orden se puede cambiar, pero la importancia de lo que representan mantienen su relevancia.
Podrá decirse que el 2,7% de suba del costo de vida en octubre abrió la expectativa dentro y fuera del Gobierno respecto a que la inflación podrá seguir en baja.
El presidente Javier Milei se apuró a adelantar la posibilidad de bajar el ritmo de devaluación de 2% a 1% en un futuro cercano.
Desde hace por lo menos 45 días, los mercados venían descartando la posibilidad de una devaluación acelerando la liquidación de exportaciones.
Durante 33 jornadas consecutivas, el Banco Central fue comprador de dólares coronando un período particular: compra dólares, pero sigue con las reservas netas en el campo negativo en el orden de los US$ 6.000 millones.
El Gobierno paga así un costo por tener que cumplir con los pagos de deuda en cada vencimiento sin poder refinanciar. En ese marco, cabe seguir de cerca que debe comprar unos US$ 3.000 millones hasta fin de año para cumplir con los vencimientos de comienzos de 2025.
Pero, curiosamente y a diferencia de lo que se pensaba cinco meses atrás, la falta de dólares no se presenta como un problema agudo para el ministro Luis Caputo: los más de US$ 20.000 millones de depósitos por el blanqueo y la expectativa de que la futura administración de Donald Trump en Estados Unidos le abriría la puerta a financiamiento adicional del Fondo Monetario Internacional alejaron horizonte de la restricción cambiaria.
Además, hay otro dato relevante: las compañías privadas colocaron deuda consiguiendo en conjunto US$ 4.000 millones de financiamiento. Esa apuesta demuestra que el fantasma de una devaluación brusca se disipó.
Aun teniendo en cuenta esa mirada y la fiesta que viven los mercados financieros, el Gobierno debe resolver cómo le acerca dólares contantes y sonantes al Central para fortalecer las reservas sin devaluar.
Nada se dijo de la vigencia del «dólar blend» que sigue abasteciendo al mercado libre con el 20% de los dólares de exportación, pero que, a la vez, se los resta al Central.
Para los funcionarios de Economía, ese dólar y la decisión de Caputo de intervenir en el mercado para controlar el CCL (dólar contado con liquidación) resultaron fundamentales para apuntalar la tranquilidad cambiaria y la baja de la inflación, en especial, en lo que hace a los precios de los alimentos.
Más allá de la discusión sobre si la estrategia de atraso cambiario para estabilizar los precios resultará o no sostenible en esta oportunidad, los mercados siguen aprovechando al máximo este esquema.
La consultora Quantum de Daniel Marx destaca que «desde las PASO del año pasado se acelera el reposicionamiento de los inversores en activos financieros argentinos. Así, el Merval (índice de la Bolsa) medido en dólares libres es 164% más alto que en septiembre de 2023. Y el precio de la deuda soberana medida en dólares pasó de US$ 27 a US$ 66 (cada US$ 100), con una variación de 140%».
Dos consultoras como Outlier y 1816 están hablando de la «exuberante suba de los últimos meses» y del «avasallante rally de los últimos dos meses y medio» para definir un momento en el que los inversores financieros ganaron mucho y ahora tratan de anticipar el momento de la pausa.
Todos están mirando la evolución del nivel de crédito del sistema financiero que muestra repuntes en todas las categorías.
Los préstamos en pesos crecen al 20% mensual, mientras que los destinados a las empresas en pesos y dólares (estos solo los pueden tomar aquellas compañías que exporten) lo hacen al 10% por mes.
El blanqueo (quedan más de US$ 15.000 millones en los bancos) que sacó parte de los billetes del colchón, el tipo de cambio quieto apoyado en superávit fiscal, la intervención de Caputo en el mercado de cambios que ayudó a la baja de la inflación y un punto de partida de precios de activos muy bajos generaron semanas financieras para el recuerdo. Ahora cabe esperar el «efecto derrame» sobre el poder de compra de los salarios y las jubilaciones para aspirar a un fin de año más desahogado.